Todos alguna vez estaremos Oliendo Pelusas.

¡Bienvenido seas alma perdida!

Anteriormente, hablando del año 2009, este espacio estaba dedicado a la publicación de sandeces, aka fan fiction de la banda alemana de poprockpunknoseque Tokio Hotel.

Sin embargo, después del tiempo que ha sucedido, la temática ha cambiado y, aunque en los archivos están aún esas sandeces, probablemente los escritos que aparecerán próximamente sean más de otros temas, que de la misma banda.

Éste sigue siendo su espacio, éstas siguen siendo sus letras, y esta siempre será la agonía de las palabras.


martes, 23 de julio de 2013

Un día 23 de Julio.

Y se despertó, todo parecía cambiado. Miraba a su alrededor y en verdad no conocía nada de lo que veía; no sabía dónde estaba.

De pronto, un olor familiar inundo sus fosas nasales, hasta entrar en sus pulmones. Sonrió, sabía que era el desayuno, pero no era un aroma como cualquiera. A pesar de ser común, tenía algo en especial. Solo que aún no sabía qué era.

- Bueno, princesa. -Entró él, con una bandeja que llevaba jugo de naranja, un enorme tazón de frutas con miel arriba y hot cakes. - Ya que no quieres bajar, te traje el desayuno a la cama.

No lo podía creer. Cuando se dio cuenta, estaba en una cama, una grande, con unas sábanas acolchaditas y bastante calientitas. Una foto a su lado, de un día especial. Vestida de blanco y él en un lindo chaqué. Y en su mano, un anillo.

- Gracias. -Le respondió naturalmente, extrañándose ella misma del cómo lo podía mirar sin que le temblaran los pies. Se palpó las piernas, o al menos intentó... - Eh.. ¿Mi amor?

- ¿Sí? -Gustoso, se sentó a su lado y la miró, sonriente como solo el sabía hacerlo. Se inclino despacito y masajeo su abultada pancita, dejando en ella un par de ruidosos besos, antes de levantarse.- ¿Más antojos?

- No... Sólo quería que... estuvieras a mi lado. -Le sonrío coqueta y después cohibida. Cruzaron un par de miradas más, unos cuantos besos llenos de emoción y comenzó a comer.

No pensaba en reflexionar cómo es que había llegado a la cama del hombre de sus sueños. Cómo se había casado con él, y cómo es que ahora esperaba un hijo suyo... Y lo peor ¡No recordaba cómo fue concebido!

- ¿Estás emocionada? -Le preguntó luego de un rato de armonioso silencio, acariciándole el cabello. Ella lo miró un tanto confundida, con una mejilla inflada por intentar mantener el bocado dentro de ellas, y no asomándose por sus labios.- ¡Tus amigas! ¿Qué no era hoy que vendrían con regalos?

- ¡Ah! - Miró hacía otro lado, hacia todos y sólo asintió, riendo nerviosa.- Estoy muy emocionada por verlas.

- Entonces tendré que preparar más comida. -Asintió velozmente, besándola de nuevo y tomando la bandeja ya vacía entre sus manos, dirigiéndose fuera de la habitación.-

- ¿Tom? -Lo llamó, apenas con un susurro audible, él volteó de inmediato y ella se sonrojó, pensando en todo aún, pero a la vez sintiéndolo todo tan cálido.- Te amo mucho.

-Sonrío ampliamente, acercándose a ella de nuevo y dejándole un beso en la frente, mirándola.- Yo también te amo mucho Fernanda.

Salió de la habitación, con ese caminar de pingüino que tanto le gustaba, ella entonces se recostó, y volvió a dormir.


¡FERNANDA YA LEVANTATE CONCHESUMARE! -El grito de su madre fue ensordecedor, abrió los ojos rápidamente y se palpó el estómago y luego se vio las manos. Había sido un sueño y tenía que ir a la escuela. Era martes y ya se le había hecho tarde.

- ¡Ya voy! -Una sonrisa enorme se dibujó en su rostro, el sueño había sido tan real que podía sentir los labios calientitos. Se los mordió levemente y después río, buscando su celular.

En la pantalla, había una notificación de un mensaje recibido a altas horas de la madrugada: ¡Feliz cumpleaños, mi porfiada a distancia!

-Río un poco más fuerte. - ¡Tú me despertaste, maraca! -Gritó, sola en su habitación, asomándose a la ventana y viendo los cerezos florecer.-


Feliz cumpleaños, Feffy. Te amo.