Queridos lectores, lectoras, paseantes, perdidos, hola.
Desde hace un tiempo, quizá como un año, lo sé (JAJAJAJAJA), prometí seguir con el Fic 'Coincidencias', sin embargo... creo que ese será un sueño que no podrá realizarse, ya que el archivo misteriosamente desapareció de entre mis documentos y que trauma (y un poco de flojera), solo les diré que esta vez no........ bueno, tal vez lo termine, algún día.
Entre mis propósitos de año está ese, terminar todas mis historias, y son como 3.... o 6.... Y en cuanto estén terminadas, lo haré, se los prometo. Ahora con el regreso de los chicos de Tokio Hotel se me ocurren muchas perversidades en la vida, pero luego me pongo a leer Con El Alma En Un Hilo y me pregunto qué tipo de tratamiento psiquiátrico necesitaba en aquel entonces, porque si estaba muy dañada.
Lo he estado leyendo y riéndome, y siendo feliz, de verdad.
Espero estar con ustedes próximamente... si es que siguen por ahí... Los extraño.
Oliendo Pelusas
Todos alguna vez estaremos Oliendo Pelusas.
Anteriormente, hablando del año 2009, este espacio estaba dedicado a la publicación de sandeces, aka fan fiction de la banda alemana de poprockpunknoseque Tokio Hotel.
Sin embargo, después del tiempo que ha sucedido, la temática ha cambiado y, aunque en los archivos están aún esas sandeces, probablemente los escritos que aparecerán próximamente sean más de otros temas, que de la misma banda.
Éste sigue siendo su espacio, éstas siguen siendo sus letras, y esta siempre será la agonía de las palabras.
domingo, 16 de noviembre de 2014
martes, 23 de julio de 2013
Un día 23 de Julio.
Y se despertó, todo parecía cambiado. Miraba a su alrededor y en verdad no conocía nada de lo que veía; no sabía dónde estaba.
De pronto, un olor familiar inundo sus fosas nasales, hasta entrar en sus pulmones. Sonrió, sabía que era el desayuno, pero no era un aroma como cualquiera. A pesar de ser común, tenía algo en especial. Solo que aún no sabía qué era.
- Bueno, princesa. -Entró él, con una bandeja que llevaba jugo de naranja, un enorme tazón de frutas con miel arriba y hot cakes. - Ya que no quieres bajar, te traje el desayuno a la cama.
No lo podía creer. Cuando se dio cuenta, estaba en una cama, una grande, con unas sábanas acolchaditas y bastante calientitas. Una foto a su lado, de un día especial. Vestida de blanco y él en un lindo chaqué. Y en su mano, un anillo.
- Gracias. -Le respondió naturalmente, extrañándose ella misma del cómo lo podía mirar sin que le temblaran los pies. Se palpó las piernas, o al menos intentó... - Eh.. ¿Mi amor?
- ¿Sí? -Gustoso, se sentó a su lado y la miró, sonriente como solo el sabía hacerlo. Se inclino despacito y masajeo su abultada pancita, dejando en ella un par de ruidosos besos, antes de levantarse.- ¿Más antojos?
- No... Sólo quería que... estuvieras a mi lado. -Le sonrío coqueta y después cohibida. Cruzaron un par de miradas más, unos cuantos besos llenos de emoción y comenzó a comer.
No pensaba en reflexionar cómo es que había llegado a la cama del hombre de sus sueños. Cómo se había casado con él, y cómo es que ahora esperaba un hijo suyo... Y lo peor ¡No recordaba cómo fue concebido!
- ¿Estás emocionada? -Le preguntó luego de un rato de armonioso silencio, acariciándole el cabello. Ella lo miró un tanto confundida, con una mejilla inflada por intentar mantener el bocado dentro de ellas, y no asomándose por sus labios.- ¡Tus amigas! ¿Qué no era hoy que vendrían con regalos?
- ¡Ah! - Miró hacía otro lado, hacia todos y sólo asintió, riendo nerviosa.- Estoy muy emocionada por verlas.
- Entonces tendré que preparar más comida. -Asintió velozmente, besándola de nuevo y tomando la bandeja ya vacía entre sus manos, dirigiéndose fuera de la habitación.-
- ¿Tom? -Lo llamó, apenas con un susurro audible, él volteó de inmediato y ella se sonrojó, pensando en todo aún, pero a la vez sintiéndolo todo tan cálido.- Te amo mucho.
-Sonrío ampliamente, acercándose a ella de nuevo y dejándole un beso en la frente, mirándola.- Yo también te amo mucho Fernanda.
Salió de la habitación, con ese caminar de pingüino que tanto le gustaba, ella entonces se recostó, y volvió a dormir.
¡FERNANDA YA LEVANTATE CONCHESUMARE! -El grito de su madre fue ensordecedor, abrió los ojos rápidamente y se palpó el estómago y luego se vio las manos. Había sido un sueño y tenía que ir a la escuela. Era martes y ya se le había hecho tarde.
- ¡Ya voy! -Una sonrisa enorme se dibujó en su rostro, el sueño había sido tan real que podía sentir los labios calientitos. Se los mordió levemente y después río, buscando su celular.
En la pantalla, había una notificación de un mensaje recibido a altas horas de la madrugada: ¡Feliz cumpleaños, mi porfiada a distancia!
-Río un poco más fuerte. - ¡Tú me despertaste, maraca! -Gritó, sola en su habitación, asomándose a la ventana y viendo los cerezos florecer.-
Feliz cumpleaños, Feffy. Te amo.
De pronto, un olor familiar inundo sus fosas nasales, hasta entrar en sus pulmones. Sonrió, sabía que era el desayuno, pero no era un aroma como cualquiera. A pesar de ser común, tenía algo en especial. Solo que aún no sabía qué era.
- Bueno, princesa. -Entró él, con una bandeja que llevaba jugo de naranja, un enorme tazón de frutas con miel arriba y hot cakes. - Ya que no quieres bajar, te traje el desayuno a la cama.
No lo podía creer. Cuando se dio cuenta, estaba en una cama, una grande, con unas sábanas acolchaditas y bastante calientitas. Una foto a su lado, de un día especial. Vestida de blanco y él en un lindo chaqué. Y en su mano, un anillo.
- Gracias. -Le respondió naturalmente, extrañándose ella misma del cómo lo podía mirar sin que le temblaran los pies. Se palpó las piernas, o al menos intentó... - Eh.. ¿Mi amor?
- ¿Sí? -Gustoso, se sentó a su lado y la miró, sonriente como solo el sabía hacerlo. Se inclino despacito y masajeo su abultada pancita, dejando en ella un par de ruidosos besos, antes de levantarse.- ¿Más antojos?
- No... Sólo quería que... estuvieras a mi lado. -Le sonrío coqueta y después cohibida. Cruzaron un par de miradas más, unos cuantos besos llenos de emoción y comenzó a comer.
No pensaba en reflexionar cómo es que había llegado a la cama del hombre de sus sueños. Cómo se había casado con él, y cómo es que ahora esperaba un hijo suyo... Y lo peor ¡No recordaba cómo fue concebido!
- ¿Estás emocionada? -Le preguntó luego de un rato de armonioso silencio, acariciándole el cabello. Ella lo miró un tanto confundida, con una mejilla inflada por intentar mantener el bocado dentro de ellas, y no asomándose por sus labios.- ¡Tus amigas! ¿Qué no era hoy que vendrían con regalos?
- ¡Ah! - Miró hacía otro lado, hacia todos y sólo asintió, riendo nerviosa.- Estoy muy emocionada por verlas.
- Entonces tendré que preparar más comida. -Asintió velozmente, besándola de nuevo y tomando la bandeja ya vacía entre sus manos, dirigiéndose fuera de la habitación.-
- ¿Tom? -Lo llamó, apenas con un susurro audible, él volteó de inmediato y ella se sonrojó, pensando en todo aún, pero a la vez sintiéndolo todo tan cálido.- Te amo mucho.
-Sonrío ampliamente, acercándose a ella de nuevo y dejándole un beso en la frente, mirándola.- Yo también te amo mucho Fernanda.
Salió de la habitación, con ese caminar de pingüino que tanto le gustaba, ella entonces se recostó, y volvió a dormir.
¡FERNANDA YA LEVANTATE CONCHESUMARE! -El grito de su madre fue ensordecedor, abrió los ojos rápidamente y se palpó el estómago y luego se vio las manos. Había sido un sueño y tenía que ir a la escuela. Era martes y ya se le había hecho tarde.
- ¡Ya voy! -Una sonrisa enorme se dibujó en su rostro, el sueño había sido tan real que podía sentir los labios calientitos. Se los mordió levemente y después río, buscando su celular.
En la pantalla, había una notificación de un mensaje recibido a altas horas de la madrugada: ¡Feliz cumpleaños, mi porfiada a distancia!
-Río un poco más fuerte. - ¡Tú me despertaste, maraca! -Gritó, sola en su habitación, asomándose a la ventana y viendo los cerezos florecer.-
Feliz cumpleaños, Feffy. Te amo.
jueves, 14 de febrero de 2013
Encuentros.
-Pero no
puedo... No debo…- Insistía él, negado a cualquier otra cosa que pudiera
suceder.
-No te
entiendo ¿Por qué tendríamos que estar lejos? – Ella, sentada con sus piernas
cruzadas, lo miraba a él con atención. Caminaba desesperado, intentando no
cambiar de parecer, sin querer mirarla, porque sabía que al hacerlo no podría
decidir nada.
-Porque
así son las cosas ahora… no podemos estar…-
Se quedó quieto, pensándolo todo de nuevo, intentando encontrar una
solución. La miró; atenta, con sus ojos levemente llorosos, tratando de sonreír
para no angustiarlo…
-Juntos.
–Dijo ella, con su apenas y audible voz, levemente entrecortada por tener que
admitir que lo suyo realmente no podía ser.
Él
asintió perezosamente, sin poder mirarla, impidiendo que ella dijera una
palabra más al respecto… Sabía que ella insistiría una y otra vez y al final no podría negarse, porque a final
de cuentas… ella era para él algo más de lo que pensó jamás.
-¿¡Qué!? –Apenas y puedo esquivar el almohadón
que iba directamente a mi cabeza, me le quedo mirando, ella sonríe, levantando una ceja nada más.
-Está listo tu almuerzo… -Tararea, saliendo de
mi visión. Escucho su caminar escandaloso por el pasillo, poso el libro sobre
el buró, dejo la hoja nuevamente con un doblez marcado muchas veces y camino
detrás de ella.
-¿Entretenido, amor? –Palpa la silla y espera
a que me siente, me da un beso tronado en la mejilla; sonrío y asiento. -Pero
esa historia la has leído muchas veces.
-Y lo haría mil veces más. –Decidido, vuelvo a
levantarme para ir por el libro; sentándome torpemente sobre la silla, la miro,
ella está interesada en mí.
-Te da pena leer en voz alta. –Susurra, no sé
si se está burlando de mi; toma su encendedor y pasea el cigarrillo por sus
labios, hasta que lo enciende y vuelve a verme, ansiosa porque le lea.
-Esto no…
-¡Yo no
sabía que te encontraría aquí!- Me
decía, desesperada. De entre todos los millones de ciudadanos en el mundo,
teníamos que encontrarnos ella y yo en el mismo lugar.
Simplemente
no sabía que contestarle. Muchos años han pasado ya desde la última vez, de esa
primera y última vez que nos encontramos.
-No...
Espera. Yo me voy, hagamos... vamos a imaginar que jamás pisamos este lugar,
que… -Me miro más que furiosa. Trague saliva y di un par de pasos hacia atrás.
-¿Por
qué siempre has estado huyendo? –Suspiró, se sentó y cruzó sus manos la una
sobre la otra.- Yo sé que… Siempre ha sido complicado…
-No
tienes que explicarme nada…-Me senté junto a ella; con precaución, tomé una de
sus manos entre las mías, ella me miró hacerlo, me vio a los ojos y sonrió.
–Escucha… éramos demasiado aventurados… tú querías darlo todo, sin importarte
nada, yo era un cobarde que se la pasaba noches enteras sin dormir pensando en
el hubiera…
-Y
cuando al fin estuvimos juntos todo se fue al carajo… -Resopla, con un dejo de
diversión. Me hace reír levemente, recordando de esa vez en la que dije sí,
siendo consumido por las horas a su lado y por lo que me dolería verla partir.
-Pero
eras necia… -Susurré, tanteando terreno. Ella me miró un tanto desconcertada y
pensé que ya había metido la pata… Sin embargo, ella alzó esa ceja y comenzó a
reír.
-Sigo
siendo la misma persona, bebé… Sólo que ahora uso tacones todos los días. –Al
escuchar sus palabras, no sé qué pasó dentro de mí que todo se encendió… sentía
arder todo de nuevo.
Jamás he
sido obvio, pero en ese momento disimular era lo último que me importaba. Me
acerqué a ella apenas unos milímetros y, como si en ella todo hubiera estado en
llamas de nuevo, se acercó a besarme lentamente, casi como si el recuerdo le
doliera…
-¡Hey! – Un palmazo
en la espalda que no pude evitar, me hizo perder la concentración, voltee de
inmediato a desquitarme, pero el verdugo estaba ya besando esas rosadas
mejillas que tenían toda mi atención.- No puedes leer en la mesa, reglas de
mamá.
-Pero si yo hice las reglas en esta casa. –Me
congratulo, ganando una mirada obvia de mamá…
-Toca la parte innecesaria de la sala, es
demasiado porno para los niños… -Susurró ella, apenada, mordiéndose un labio
después.
-¿La sala? –Respinga el verdugo tomando de un
trago un vaso de agua.- Haberlos visto en ella es más que suficiente,
escucharlo seguro es lo más soft del mundo... –Con miradas obvias, solo pudimos
echarnos a reír, nerviosos. Volviendo a sonreír, volviendo a recordar.
-Déjalos en paz monstruo, tienen derecho a
recordar su juventud. –Princesita llegó, con una mirada tierna, pero también
pícara; ve el libro entre mis manos y asiente lentamente, con diversión,
besándome la frente – Pueden omitir la parte de la sala que fue suficiente con
haberlo vivido…
-Se me
durmió el pie… -Reía, sin parar. Jamás la escuché reír así, tan completa y
feliz. Me moví y puse de pie, ayudándola a levantarse para que ese pie travieso
dejara de incomodar.
-¿Te
traigo algo? –Pregunté luego que se sentó, vi la ropa sobre el suelo y la luz
de la luna en la ventana. No pude evitar sonreír como un idiota.
-Estoy
muy bien… -Asintió mirándome, viendo el desorden y luego el ventanal. Suspiró
profundamente, poniéndose de pie a mi lado y acariciándome las mejillas. –Jamás
creí que podríamos hacerlo aquí….
-¡Papá! ¡Hey, oye…! –Y ahí van los dos a
pelearse como todos los días. Los miro un tanto distraído, con el libro en la
mano. Giro mi cabeza al frente y ahí
está ella, esperando que reaccione, sonriendo.
-¿Viajando por el tiempo, bebé? –Me mira
interesada y se pone de pie, acercándose a darme un beso pequeño, sentándose a
mi costado y viendo la portada con algo de vergüenza.
-Eres tan cursi…-Resoplo divertido y paso mi
brazo por sus hombros, recargándome en su cabeza un momento.
-Tú eres el cursi, te la pasas leyendo eso
todos los días…-Me mira con obviedad, riendo un poco.-
-Leer nuestra historia me parece divertida.
–Asiento con seguridad, tomando su mano y dejándole un beso a su dorso.- Es mi
historia favorita.
---------------------------------------------------------------------------------------------------¡Feliz día de San Valentín a todos! PD: Alguien dígale que lo amo y que siempre vivirá en las páginas del libro que más lea yo.♥
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