Todos alguna vez estaremos Oliendo Pelusas.

¡Bienvenido seas alma perdida!

Anteriormente, hablando del año 2009, este espacio estaba dedicado a la publicación de sandeces, aka fan fiction de la banda alemana de poprockpunknoseque Tokio Hotel.

Sin embargo, después del tiempo que ha sucedido, la temática ha cambiado y, aunque en los archivos están aún esas sandeces, probablemente los escritos que aparecerán próximamente sean más de otros temas, que de la misma banda.

Éste sigue siendo su espacio, éstas siguen siendo sus letras, y esta siempre será la agonía de las palabras.


sábado, 17 de abril de 2010

Capitulo LXXXIX – No eres bienvenida en este lugar

-Katherina- me despertó Luka esa mañana, la fiesta de anoche fue salvaje y termine con varias en mi cama, hace poco que se fueron dándome sus números, mientras yo tranquilamente me metí a la cama a descansar un poco

-¿Qué pasa?- le dije encamorrada sin moverme del lugar

-Necesito que despiertes, Darko me acaba de llamar- dijo seriamente

-¿Qué quiere el prodigio de tu hermano?- le dije fastidiada incorporándome y tomándome con fuerza las sienes, no es que tuviera buenos recuerdos de su familia

-Tu abuela acaba de morir- dijo tajante y tal vez esperando que me sorprendiera- ¿No vas a decir nada?

-¿Tendría por qué?- dije resoplando y levantándome de la cama- Yo sé que es… era mi abuela, pero no tengo ningún vinculo con ella. Ni siquiera se dé qué color es su cabello o algo así

-No importa- se dirigió a la puerta, antes de cerrarla, volteo a mirarme- eras la única familia que le quedaba. Prepárate por qué en unos días iremos a Sisak

-¿Para qué te llamo tu hermano?- cuestione socarronamente- ¿Acaso pretende recibirme en su casa como cuando era una niña? O mejor aún- lo miré levantando una ceja y mojándome los labios- ¿Le dirás a tu hermano que tenemos sexo todos los días? Qué ahora has olvidado a Ivana en los brazos de su hija, a quién por cierto le llevas 26 años ¿Vamos a festejar Luka?

-Nada de eso, él me avisó por qué es su obligación, y yo como tu padre adoptivo debo hacerme cargo de estos asuntos. Él no sabe que estás conmigo- lo dijo como ignorando la parte que desde hace varios meses nos revolcábamos a placer en todos lados- Te lo diré una vez más, prepárate- y salió de mi habitación.

¿Qué haría yo de regreso en Sisak? Muy buena pregunta. Nos tardamos unos días en el papeleo, nosotros ahora nos encontrábamos en su casa en París, habíamos decidido dejar nuestros juegos de espionaje, ahora mi pequeño amorcito estaba de vacaciones con sus queridas amiguitas, tenía que dejarla aprovechar. Debo dejar que ella sea feliz para que cuando nos volvamos a encontrar, me acepte con los brazos abiertos, al fin que ya deje que llegara a México sana y salva, que a nadie le pasara nada y que su hermano al fin se casara con esa mujer tan simple. Salimos temprano, y mientras estábamos en el avión pensé en mi pobre hermana que no tuvo la oportunidad de vivir… en la brusca manera en la que accidentalmente cayó al río… y lo triste que fui al perder a mi gemela…

Llegamos por las nueve de la noche y decidimos instalarnos en un hotel ¿Por qué no en su casa? Sabíamos de ante mano que no soy bien recibida en ella, seguramente a mis más grandes amigos les daría un susto enorme el verme… aunque tal vez el bello Zvonimir siga pensando en nuestras divertidas tardes de chicos, después de todo él fue mi primer beso.

-Luka- le dije tocando en su habitación, ya era medio día- Ya se nos hizo tarde, me voy sin ti

No espere respuesta y salí del lugar. Sisak- Moslavina, hace tanto tiempo que deje de ver mis raíces que ya ni recuerdo el nombre de las calles, pero al igual que cuando era una niña, sé llegar a casa sin necesidad de preguntar. El problema es que ahora mi casa ya no existe.

--- Zvonimir---

-¿Danica?- llame a mi hermana, se suponía que ella estaba cuidando de mí por ordenes de nuestro padre, sin embargo, me alegro de que no esté vigilándome.

Ella sabe mejor que nadie las razones por las que me pongo así al recordar a Lucija, es algo que en verdad no he podido controlar, aquella chica, Matilda, vino hace pocos meses y yo aun pienso en ella, en lo que hará y cómo reaccionará Luc cuando le cuente que su amiga estuvo aquí preguntando por ella.

Ahora su abuela ha muerto, seguro ella ya lo sabe, seguro ella vendrá, y no por gusto sino por ordenes del Tío Luka…no, me he equivocado, ella ya está en éste lugar.

-¿Va a salir joven?- me pregunta Aline, la señora que prácticamente nos crío a mi hermana y a mí- ¿La señorita ya lo sabe?

-Sí- conteste de inmediato- Voy a ver a unos amigos, regreso en un rato- y corrí por el largo pasillo hasta bajar las escaleras como un loco, llame la atención de los muchos mozos que estaban sin hacer nada en la casa, tome un auto y me dirigí a aquel lugar.

-Kat-

-Vaya, vaya- digo para mis adentros quitándome los anteojos y viendo la bella capilla que ahora ésta donde deberían estar los restos de mi casa quemada- Que cursi es la gente en este lugar- y resoplo. Hay un letrero con nuestro apellido en la parte superior a la puerta, con arcos en pico y un bello diseño gótico, ahí es donde descansan las cenizas de mis padres y mi hermano, las de mi hermana están en “cuerpo presente”, que después de veinte años ya no ha de ser otra cosa que… nada.

Mi familia era muy querida aquí en Sisak, el matrimonio de mis padres envidiado por la mayoría, y una familia que cualquiera desearía, hasta que las horribles gemelas empezaron a hacer de las suyas, como decían las mamás de nuestros compañeros en la escuela.

Tras dar un recorrido por fuera del lugar, que no tiene más de tres metros de frente y cinco de fondo, decido entrar, la puerta se abre ante mi haciendo un ruido escandaloso y fantasmal, las cenizas de mi abuela descansan en medio del salón, tiene flores frescas, supongo que los Dubocovich se han encargado de todo. Ellos siempre tan acomedidos.

-Mira que hacer un cementerio personal en donde estaba mi casa, supongo que tendré que darles una bandera por ser tan buena gente- y me rio después de darme cuenta que no hay nadie que escuche mi sarcasmo- he regresado madre- dije haciendo reverencia a una pequeña ventana entintada con un leve color jerez, en el cual se hallaban, en una hermosa caja, las cenizas de Ivana Milicevic, mejor conocida como la señora más feliz del pueblo, la mujer de Radovechich.

A su costado, estaba otra cajita, con mi padre, al que también hice una bella reverencia- ¿Me cargaras en tus piernas padre?- dije sin darme cuenta que una lágrima ahora bajaba lentamente por mi mejilla. La verdad es qué la muerte de mi familia fue tan precipitada que no me había dado tiempo de pensarla, tantas mentiras que ahora dominaban lo que soy. No me daba tiempo de llorar y demostrar que no soy quien presumía, que no tengo nada de esa mujer

-Solo soy una niña asustada mamá- dije hincada frente a su cripta- ¿Por qué no me dejaste quedarme a tu lado?- ahora con poca fuerza, aventaba mis puños contra el vidrio- Si me hubieras creído que soy Katherina, aún estarían aquí conmigo, o por lo menos… por lo menos hubiéramos muerto todos juntos….

¿Por qué mi cuento de hadas se había terminado? ¿Por qué un día lo tenía todo y al otro mi casa estaba reducida a las cenizas? ¿Por qué nadie me creyó jamás?

Me puse a rezar. Recuerdo que mi madre siempre me decía que Dios me cuidaba, qué el siempre me escucharía, que cuando tuviera miedo recurriera a él. Y siempre terminaba con la frente recargada en la cama y mi hermana tomándome de la mano, ella hacía que ya no tuviera miedo. Yo no necesitaba a Dios, la tenía a ella.

-¿Padre?- dije después de un rato de reflexión- ¿Recuerdas cuando se murió el caballo?- y me reí, recordando el momento en el que accidentalmente Lucija había tirado el veneno en el agua del hermoso animal- ¿Recuerdas que me preguntaste si yo sabía quién era y te dije que no? Pues siempre lo supe- me levante y camine a donde el nombre de mi padre me quedara de frente- Fue mi hermana, la pequeña Lucija era muy torpe papá, y tú siempre la consideraste por eso.

Después di la media vuelta, y ahí estaba la tumba de mi hermano. Mi dulce hermano, siempre nos recibía con una sonrisa, era muy inteligente, pero fue muy desafortunado, seguramente habría sido un hombre muy guapo.

-¿Me permite esta pieza abuela?- le dije canturreando y cargue sus cenizas en mis brazos, di un par de vueltas y más vueltas. Era nuestro primer encuentro y yo me veía tan mal- Usted disculpará abuela, pero no sabía que hoy sería nuestro primer encuentro

-No te preocupes Lucija, tú siempre te verás bien- dije imitando la que imaginaba era su voz, y me daba mucha risa ese hecho

-No abuela, yo soy Katherina, Lucija está ahí atrás- le dije señalando con la mirada- somos gemelas abuela por eso siempre la gente nos ha confundido

-No es verdad, soy vieja pero no estúpida, tú eres Lucija

-Ya no quiero discutir contigo abuela- y deje sus cenizas de mala gana de donde las había tomado- ¿Puedes creer que hasta estando muerta nos confunden?- le dije a mi hermana- Lo más gracioso de todo esto es que ¡La abuela también está muerta!- y ahí estaba, mi risa resonando por los rincones de ese lugar que tenía dentro los cuerpos de la única familia que tenía, que alguna vez tuve. Ahora me daba cuenta que ni siquiera Matilda me quería a su lado. Que miserable me estoy sintiendo

-Deberías estar viva y sufrir conmigo- dije con rencor hacía la cripta de Lucija- si no hubieras sido tan torpe- me lamente bajando un poco la mirada, leyendo el nombre que estaba ahí grabado- ¿Katherina?- me repetí con hastió- No- dije negando y caminando un par de pasos hacia atrás- Yo estoy viva, yo soy Katherina y tú… ¡Tú eres Lucija!- dije señalando el vidrio, me di cuenta que lo único que podía ver en él era mi reflejo, uno que en definitiva no era él mío. La persona del reflejo esta triste…

-¡Tú eres mi hermana!- azote mis manos en el vidrio, este se estrello- ¡Tú eres Lucija! ¡Yo soy Katherina!- dije golpeando de nuevo, cuando al fin el vidrio quedo destrozado y pude tomar la caja entre mis manos. Un extraño olor a azahares inundo el lugar, en la parte baja de la cripta de mi hermana había un ramito con esas bellas flores, Para ti, nuestra querida Katherina, se acerca tú cumpleaños. Una ridícula nota sin nombre, unos estúpidos más que no se cansaban de repetir que la que había muerto era Katherina -Que importa ya- dije al tiempo que regresaba la cajita a su lugar- aquí la viva soy yo.

-No por mucho tiempo, eso te lo aseguro- dijo una preciosa voz masculina a mis espaldas. El gruñido de la puerta al cerrarse me dejaba claro que la persona que estaba ahí, tenía pensado enfrentarme. –No es que haya muchas personas en este lugar que se atrevan a mirarme a los ojos, y mucho menos acercarse al mismo lugar donde estoy yo- le dije al chico aún sin voltear a mirarlo, de ante mano sabía de quién se trataba- así que debes se tú, mi querido Zvonimir- me di la vuelta para encontrarme con su mirada, en ella no había miedo. En realidad es un chico muy guapo -no sabes qué gusto me da volver a verte

-A mí también me da gusto verte- dijo sonriéndome. Me encontraba en verdad sorprendida- Lamentablemente este encuentro no se va a poder repetir, ya que de aquí viva no vas a salir- dijo canturreándome como cuando era una niña, y sus juegos ridículos de acertijos matemáticos

-¿En serio?- pregunte irónica- Sorpréndeme muchacho

-Jamás te han gustado los acertijos mi amada Lucija, ya te sabes todos mis juegos, creo que tendré que improvisar

-Sigues siendo tan estúpido, y lo peor, me sigues confundiendo con mi hermana. Deberías ver que ahora ella y yo ya no nos parecemos tanto, ella sigue siendo una niña y yo ya soy toda una mujer ¿Qué no me ves?

-Aunque hubiera vivido, Katherina se distinguía por ser buena persona, un verdadero encanto. Tú, en cambio, eres el diablo. Y Kat lo sabía, por eso la mataste

-Yo no mate a nadie- dije fastidiada- yo soy Katherina ¿por qué no puedes creerme?

-Por qué yo te vi matarla- contesto seriamente caminando hasta donde me encontraba, pensé que me golpearía, sin embargo me abrazo por la cintura y me dio un tierno beso en los labios- pero no importa- deslizaba con suavidad sus labios desde mi boca hasta mi cuello- yo te amo Lucija, y si quieres que te llame Katherina, puedo hacerlo

-¿Por qué?- pregunte confundida, no sé ni si quiera el porqué de la pregunta, el me sonrió y me obligo a poner mis manos sobre su cuello, y ahí fue donde empezamos a bailar. Ahí fue donde por primera vez me sentía bien…

-Disculpa que salga con Kat sin tu permiso Tomislav- dijo Zvonimir en dirección a la cripta de mi padre- espero me perdones- comenzamos a reír, después, tuvimos sexo frente a mis padres, a mis hermanos y a mi abuela

-Supongo que esto es mejor que hacerlo en la cama de tus padres- me dijo aventando las cenizas de mi abuela y posándome sobre la mesa donde estas se encontraban, al momento que arremetía contra mí, mientras gritaba mi nombre, me di cuenta de un olor extraño

-¿A que huele?- pregunte mientras sentía como mi pequeño amigo se ponía sobre mi cuerpo, aventando los floreros que a nuestro alrededor estaban

-Es gasolina- dijo cínicamente mordiendo uno de mis pezones, placer enfermo que no me dejaba mover- te dije que no volverías a salir de aquí- y seguía dándome, con más fuerza cada vez, y a mí me gustaba. Saco un encendedor, no sé de donde, no sé si ya lo traía con él

-No lo hagas, tu y yo podemos divertirnos mucho…Zvonimir- decía mientras ya no podía contener más los gritos que me provocaban sus movimientos

-¿Sabes que Matilda estuvo aquí y que ahora ya sabe quién eres?- dijo cuando me tomaba de ambas manos, sin dejar de penetrarme- Ahora ella te odia y no tienes razones para seguir viviendo Lucija, mataste a tu hermana y a tu familia, me hiciste esperar casi veinte años. Me hiciste desearte todas las noches, y ahora estas aquí solo para mi, y de nadie más serás- me dijo mientras mostraba la flama y yo veía como empezaba a llenarse de fuego el capitolio, tenía tanto miedo, pero sentía tanto placer

-No- decía tratando de contener mi cuerpo ante el suyo

-Sí- dijo besándome frenéticamente, cuando sentí las ardientes brasas del infierno tocando mis pies. Mientras veía a mi familia llamándome con sus manos, dándome la bienvenida…

Y a Katherina…no… a mi hermana… a Lucija… quién me rogaba porque ya no mintiera más. Que aceptara de una vez quién era quién y le devolviera su lugar…

¿Es un pecado tan grande el amarte? El precio a pagar son mil años y una eternidad quemándome en las brasas del ardiente infierno. Suena tentador, Matilda…

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