-Yo te respeto- le digo tratando de estar tranquila
-¡No es verdad!- y se levanta del asiento, da vueltas por todo el salón- ¿Cuantas veces te dije que no podías acercarte a él?
-Es mi amigo- refuto
-No me interesa ninguno de tus estúpidos amiguitos- dice con ironía y toma la silla en la que me encuentro, la gira con tal fuerza que casi hace que caiga sobre el suelo
-Calmate por favor- me incorporo y trato de sujetarle las manos
-¿¡Como te atreves a pedirme eso!?- me grita tomándome de las muñecas
-Por favor, no quiero que las niñas nos escuchen- le pido en un tono suplicante- No me gusta que sepan que peleamos
-Tienes razón- y parece calmarse, camina contrario a mi y cierra la puerta con delicadeza- nadie más que tu tiene la culpa de que me enoje así
-Tu te tomas todo esto muy apecho, crees que cada que lo veo haré algo malo con él...- trato de que se quite esa idea de la cabeza
-Tu provocas eso ¿Crees que no me doy cuenta de que se encuentran cada que salimos? Como si eso de las coincidencias existiera- y vuelve a subir el tono
-No sé como es que dices eso- me pongo sentimental..
-No sé como es que piensas que no me daré cuenta- se acerca a mi y me besa con pasión, como pocas veces lo ha hecho durante nuestro tiempo juntos- Yo te amo, como a nadie y como a nada.... no me hagas esto
-No te estoy haciendo nada, amor- le beso su nariz - ¿Vamos a dormir?
-No, aún no- me dice tomándome de la cintura- ¿Hace cuanto tiempo que no hacemos el amor?
-No lo sé...- y me sonrojo, el me toma de la barbilla y me besa en los labios de nuevo
-Desde las niñas y además los asuntos del estado... todo nos quita demasiado tiempo para estar juntos pero... quisiera tener más hijos
-Yo también- y me río – pero no hemos tenido tiempo
-Ahora lo tenemos, las niñas duermen, la servidumbre también y tú y yo estamos aquí... solos- acaricia mi espalda lentamente, acerca su nariz a mi cuello y me estremezco...
-¿Qué suena?- pregunto deteniéndolo, el se pausa un segundo y podemos escuchar claramente el teléfono sobre el escritorio, son cerca de las once de la noche ¿Quién llamaría a esta hora?
-Maldita sea- se queja y contesta el teléfono, ahora luce un poco preocupado- perdóname mi amor, tengo un asunto que atender
-¿Ahora?- le pregunto encaprichada
-Sí- y suspira- tendremos toda la vida.... no me esperes despierta
-Maldigo al estúpido estado por esto- doy la vuelta enojada y el me toma del brazo antes de que pueda abrir la puerta
-¡Yo soy el estado! -Me grita de nuevo.... me asusto y recuerdo los desafortunados eventos que han ocurrido un par de veces- ¡Tu vives del estado, vives de mi... soy todo lo que tienes que respetar en este momento y en este mundo!
-Ya habíamos hablado eso- le digo tratando de que me suelte
-¡Cállate!- me dice y... otra vez su mano choca fuertemente con mi mejilla, caigo al suelo y lo veo alejarse.
Me levanto y trato de aparentar que aquí no ha pasado nada...otra vez..
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