Capitulo LXXXVI – Antecedentes de una boda

-Dios santo ¿Ya te viste la cara?- me echaba burla mi hermano a la hora del desayuno

-Cállate ¿Quieres que diga de quién fue la culpa?- dije retándolo

-Ya van a empezar…- se lamento Diana. Mientras los Kaulitz tenían una mirada de desacreditación a lo que estaban viendo

-¿Vas a quedarte mucho tiempo acá cuñado?- le dijo Tom tratando de que desviará su mirada de la mía

-¿Bajo el mismo techo que ésta loca? ¿De nuevo? Jamás- refuto frunciendo el ceño

-Te la ganaste- le dije levantándome tras él que ya había corrido a la sala…

…Tom…

-¿Ellos siempre son así?- le pregunté a Diana en cuanto los ruidosos hermanitos se alejaron de ahí, parecía que había una guerra en el segundo piso

-No- dijo riéndose- creo que se están despidiendo. Y no es que sea su fin, pero siempre han estado muy unidos, casi como ustedes. Ahora ella se fue a Alemania y él va a casarse, creo que se van a extrañar pero no tienen idea de cómo decirle el uno al otro

-Pero tiempo antes ya vivían separados- le dijo Bill abriendo la boca, ella le dio una rebanada del pastel que desayunábamos

-Sí, lo sé. Pero a pesar de eso siempre se daban tiempo para estar juntos todos los días, por cualquier cosa, desayuno, almuerzo, comida, cena, al boliche, un concierto, obra teatral, de cine. Para Mat lo más difícil de irse a Alemania fue dejar a su familia…

-Creo que la comprendo un poco- concluí, la verdad es que no me puedo imaginar una vida sin Bill, por eso siempre hemos acordado vivir juntos…

-Cuando eran niños- nos dijo Diana como en secreto- ambos decían que vivirían bajo el mismo techo, todos juntos. Incluidos sus padres. No sé por qué de pronto cambiaron de parecer

…Haruka…

-Ok, ya me rindo, ya déjame- me encontraba encerrada en el estudio, el quería atacarme, no sé de qué manera- Además- le dije abriendo la puerta- ya somos adultos, tú casi cumples los 25 y yo los 28, es hora de que nos dejemos de estos juegos infantiles

-¿Todo va a cambiar no?- me dijo abatido – Sí, creo que siempre supimos que nada iba a ser igual

-Aunque te cases, seguirás siendo mi hermano. Creo que lo único que cambio en nuestros planes es

-Que ya no viviremos todos juntos- dijimos al unísono soltándonos a reír por un buen rato

-¿Eso está bien no? Querer tener cada uno su camino- me dijo

-Creo que sí ¿Tú estás bien así?- le cuestioné

-Si tú lo estarás, yo también- suspiro- creo que tú también has tomado la decisión de estar con él, y… bueno, ahora cada uno tenemos nuestras prioridades, pero no por eso dejamos de ser hermanos, ni nada así

-¿Te estás poniendo sentimental?- le dije pellizcándole una mejilla, la treta más vieja que conocemos para no empezar a llorar. Bajamos a la cocina nuevamente… saque la leche del frigo, saco el cereal de la alacena, saque los tazones y los puse en la mesa. Servi la leche y él el cereal, y después él me dio mi cuchara y yo le di la suya. Así fue como, entre la mirada de asombro de los gemelos terminamos de desayunar

-¿A dónde te vas a ir de luna de miel Charls?- le pregunto Diana curiosa

-¿Mi qué?- contesto Carlos confundido- ¡Oh Dios!- se levanto tirando la silla en la que estaba- ¡¡¡Mi luna de miel!!! Joder, ya me voy

-Espérate- le dije corriendo tras él. Fue inútil unos segundos después ya se encontraba arrancando MI auto y diciéndome adiós por la ventanilla.

-Es una excelente idea darle una luna de miel como regalo de bodas- me dijo Tom, adivinando mi pensamiento. Terminamos de recoger las cosas, le llame a mi hermano que estaba en una agencia de viajes, pidiéndole que no se preocupara por eso, que yo me encargaría. “Me has salvado la vida”, dijo aliviado. Fuimos a comer a casa de mi madre, ella estaba rodeada de un millar de cosas distintas para la boda.

El lunes 12 de abril será la boda por el civil en donde las hermanas de los novios seremos las testigos. El sábado 16 de abril a las 19 horas será la misa y a las 20:30 la hermosa fiesta en el salón de Versalles. Ahora todo va más rápido, los días pasan con extrema velocidad entre estos arreglos y los otros, muchas veces llegué a casa pasada la media noche.

Aquel día, 11 de abril, teníamos que escoger nuestros vestidos, así que Galia, mi concuña, César, el novio de Galia, Tom y yo salimos en busca de nuestros vestuarios. Ella sería la madrina de los anillos y nosotros de lazo, sus padres las arras y los nuestros de velación.

Galia salió con un hermoso vestido en color rojo y su novio llevaba un traje en negro con los accesorios a juego con ella, mientras Tom y yo iríamos de azul marino con accesorios en color platino, Diana y Bill de negro con blanco, el club de fans y la familia Listing eran un misterio, sabían que era fiesta de noche. Al otro día ya nos encontrábamos en el registro civil firmando las bellas cartas que los unían. Fuimos a comer, los novios, sus padres, y nosotras, las hermanas con nuestra respectiva pareja.

El miércoles trece de abril fuimos avisadas de dos cosas, la primera es que mi madre había planeado un día en familia, Carlos, mis padres y yo, como cuando aún estábamos bajo el nido. La segunda cosa fue una extrema, las despedidas de soltería. Al perecer las reinas habían estado haciendo planes para el jueves 14 en la casa, mientras que nuestros hombres se irían por ahí a festejar…

-No es que sea sentimental ni nada por el estilo- comenzaba nuestra madre, estábamos por salir al cine- ustedes saben que son lo más grande que me ha pasado en la vida, y que estoy orgullosa de ustedes, solo quería reafirmárselos.

-Vámonos- dijo nuestro padre tomando el volante del auto.

Dimos un giro en el tiempo y Carlos y yo cantábamos las canciones de cri cri a todo volumen mientras los grandes de la casa seguían subiendo el volumen de sus canciones de Roberto Carlos. Vimos una película para niños xD. Nos llenamos de palomitas y refresco, nuestros labios estaban partidos de tanta sal.

Paseamos por la plaza y nos metimos al “Showtime”, mi hermano y yo ganamos en el ping pong, carreras de motos y el millar de juegos que usamos ese día, excepto en el billar, nuestros padres son realmente buenos en eso. De nuevo abordamos el auto y nos fuimos a casa, él entro a su habitación (Qué en pocos días dejará de ser suya) y yo a la mía. En ella había una cama y algunos de los muebles de mi adolescencia, más los posters que jamás pudimos quitar, y en medio de la cama, el mejor amigo de mi infancia; Silvestre, el gato de peluche que me había dado mi abuelita hace más de dos décadas y que se había quedado en casa por conservar en ella mi lugar, o por lo menos eso fue lo que dijo mi madre.

Lo metí a mi bolsa y baje al grito de “Ya está aquí la pizza”. Conectamos el viejo dvd mientras dorian dormía en el tapetito al lado de la sala. Tres pizzas y tres películas más unos cuantos litros de coca cola helada hicieron la velada perfecta, nos quedaríamos a dormir ahí. Era muy tarde… la verdad es que no queríamos irnos, hoy no.

-Es muy raro- les dije cuando entablábamos un juego de cartas- parece que es el último día en familia y solo “El hermano” va a casarse

-Pues tú ya casi- dijo mi papá bajando su juego y ganándonos por tercera vez en la noche- Ahora volveremos a ser solteros- dijo cuando besaba a nuestra madre y hacíamos muecas de asco

¿Nos estamos despidiendo del lecho materno? Me sentía muy bien estando ahí, riendo y viendo como cuando era una adolescente, era yo la más sensible cuando es mi hermano el que está a punto de casarse. Al otro día muy temprano, nos quedamos de ver el viernes, habría una comida en nuestra casa con los hijos políticos (Tom y Yatziri) y en la noche una cena en casa de mi cuñada (también con mi hermano y con César), no sé por qué las familias están tan renuentes a dejar ir a sus hijos, o no sé si sea eso, no sé si soy yo la que se está negando.

Pero ese jueves, los novios serían nuestros. El club de fans llego a tiempo para terminar de colgar los globos en la sala de mi casa, mientras Tom estaba por bajar las escaleras, Bill ya se había llevado a mi hermano a “un lugar secreto”

-Tom ¿Habrá qué tipo de cosas en la despedida?- le dije en un tono un tanto celoso

-Pues, las cosas que hay en las despedidas, nada fuera de lo normal

-Cuídate- le dije sin querer decirlo, volteo a verme divertido

-Él que debería preocuparte es tú hermano, no yo- dijo aún más divertido- La despedida es de él, yo he prometido portarme bien

-Está bien, vayan con cuidado- le dije rindiéndome, además de que necesitaba que se marchará ya, no quería que viera todo lo que estaba por venir

-¿Rendirte? ¿Tan pronto?- cuestiono confundido- ¿Ustedes que van a hacer aquí?

-Lo que se hace en las despedidas, nada fuera de lo normal- camine hacia la salida cuando me tomo del brazo y camino conmigo hasta la cama

-Júrame que te vas a portar bien- dijo abrazándome

-Te lo juro- le dije dándole un tierno beso en los labios- ahora debes irte, es de chicas

-¿No tienes ni 10 minutos?- dijo mordiéndome el lóbulo de la oreja

-Tom- lo detuve, diez minutos entre nosotros son imposibles- Lo haremos cuando regreses. Salimos de la habitación y él se fue… y los chicos todo incluido llegaron.

No tenemos idea de donde estén nuestros hombres, Bill, Tom, Georg, César, Adrian (El mejor amigo de Yatziri), un par de compañeros de trabajo y amigos de la universidad de mi hermano, y por supuesto mi hermano, prometieron portarse bien, y nosotras también. Le estamos aplaudiendo a una tercia de chicos que baila animado sobre la mesita de centro.

Y aquí estábamos nosotras, las reinas magas y el club de fans que compartiamos felizmente esta velada con mi cuñada. Más mi concuña y sus primas, éramos pocas mujeres en la casa, pero hacíamos un escándalo digno de antecedentes penales. Los chicos nos bailaban mientras nosotras reíamos sin control y nos ruborizábamos “sin razón alguna”, después de que Zay se fuera a dormir (está embarazada y además de todo enorme), seguimos con la competencia de shoots, en la que triunfé tras chutarme una botella de Vodka y media de Tequila. El club de fans termino llevándome a rastras a mi habitación, y ni que decir de mi pobre cuñada, a quién Galia (su hermana) junto con todas sus primas la cargaron hasta el auto, ella estaba pérdida (sin mencionar la enorme sonrisa de satisfacción que tenía en el rostro), a las cuatro de la mañana ya estábamos solas, Diana se metió a su habitación y el club de fans a la suya. Escuché el lento caminar de Georg, detrás de él venía Bill, con preguntas del estilo “¿Qué fue lo que paso aquí?”. Mientras yo esperaba a Tom.

-¿Aún estás despierta?- me dijo suavemente, caí en cuenta que estábamos acurrucados en las sábanas, supuse que cerré un momento mis ojos y me quedé dormida, asentí besándolo con torpeza y bajando mis manos a la altura de su entre pierna- Matilda- dijo deteniéndome las manos- ¿Qué tienes?- pregunto sorprendido

-¿Vas a hacérmelo o no?- pregunté viéndolo con mis ojos entre cerrados

-¿¡Qué!?- preguntó confundido, se quedó pasmado cuando comencé a quitarme con torpeza la ropa

-¡Tom! ¡Te deseo tanto! ¡Házmelo ahora!- gritaba para después reír sin control, él trataba de taparme la boca, seguía gritando, cuando toqué el colchón, caí dormida.

Al día siguiente, en verdad me sentía mal, todos me echaban caras burlonas a la hora del desayuno, lo malo es que en un par de horas debía ir con mi familia y no tenía nada de ganas. Pero no tuve opción, nos dimos una ducha y llegamos a casa de mi madre. Yatziri y yo nos veíamos más que fatales, pero nadie se ocupo en preguntarnos, mientras que mi hermano y Tom se veían bien. Hablábamos y hablábamos de nuestras anécdotas de la infancia, esas que a los padres les encanta contar y dejarnos en ridículo, Yat ya se sabía la mayoría, pero Tom no…. Así que la burlada en su mayoría fui yo.

-Espero que se repita- nos dijo nuestro padre cuando ya cada quién tomaba caminos separados- Mañana es el gran día- abrazo a mi hermano y casi pude ver una lagrima asomada en sus ojos

-Y tú- me miro y después me apretó entre sus brazos- Vengan más seguido, esta siempre será tú casa, y por supuesto que tuya también Tom

-Muchas Gracias suegro, también lo esperamos en Alemania, mis padres estarán felices de conocerlos- sonrientes, nos fuimos al hogar, mientras mi hermano iba a casa de Yat.

-Estamos solos- me dijo en cuanto cerramos la puerta- Ahora si puedo hacer lo que tanto me pedías anoche

-¿Yo que te pedía?- le dije casi quedándome dormida, cuando recordé mis aberrantes gritos…- Ya recordé

-Aquí me agrada- paso su lengua lentamente por mi oído mientras me llevaba casi a rastras a la sala- aquí será

-No- le dije deteniéndolo- No quiero que los demás lleguen y nos vean

-¿Por qué no?- cuestionó caprichoso, la única forma de salir de ese lugar era huyendo

-Alcánzame si puedes galán- le dije al tiempo que me escabullía por su costado y me apuraba entrar a nuestra habitación, mi correr era tan lento que me tumbó en casi todo el suelo y las escaleras, por fortuna, al momento de cerrar la puerta con seguro, todo dio inicio. No sé que me pasaba, mis gemidos eran más escandalosos que de costumbre, sin mencionar mis gestos orgásmicos y mi singular voz a gritos que le pedían más y más. Once de la noche, todos llegaron haciendo escándalo por todos lados, y tom y yo seguíamos tumbados en la cama

-Me duele- me dijo entre pausadamente- todo mi hermoso cuerpo ¿Qué demonios fue eso?

-No tengo idea- abrí mis ojos, me encontré con su rostro pegado al mío- vas mejorando, fiera- le dije riendo un poco

-Tú te has graduado conmigo nena, acéptalo de una vez- dijo altaneramente- Vamos abajo, ahora me ha dado hambre…

-Cenemos aquí- lo besé de nueva cuenta y accedió a llevar a cabo una maestría en sexo.