Todos alguna vez estaremos Oliendo Pelusas.

¡Bienvenido seas alma perdida!

Anteriormente, hablando del año 2009, este espacio estaba dedicado a la publicación de sandeces, aka fan fiction de la banda alemana de poprockpunknoseque Tokio Hotel.

Sin embargo, después del tiempo que ha sucedido, la temática ha cambiado y, aunque en los archivos están aún esas sandeces, probablemente los escritos que aparecerán próximamente sean más de otros temas, que de la misma banda.

Éste sigue siendo su espacio, éstas siguen siendo sus letras, y esta siempre será la agonía de las palabras.


martes, 17 de agosto de 2010

Capítulo CXXXVII – Sofocame


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-Estoy ansioso, estoy ansioso, estoy ansioso- repite mil veces mientras maneja- estoy ansioso, estoy ansioso

-Ya basta Tom, me estas aturdiendo- le digo riendo- se supone que debemos estar calmados

-Pero no puedo- me dice sin verme- hace apenas 4 días que no veo a Bill y necesito verlo

-Ya vamos para allá, ya estamos aquí, solo nos falta encontrar la casa- suspiro emocionada, la verdad es que yo también estoy ansiosa

-¿Si sabes como llegar?- me pregunta preocupado

-Sí, pero te viniste por un camino que no conozco- le confieso tratando de buscar alguna referencia, cuando suena el teléfono de Tom, se detiene como loco en una esquina y contesta, es Bill, el le grita y le pide instrucciones, al paso de dos minutos ya maneja de nuevo y da volantazos exagerados

-Thomas cálmate o manejo- le advierto, me estaba mareando

-Si, maneja- me dice deteniéndose, así que me cambio de lugar- debí tomar algo antes de venir

-Si apenas nos levantamos Tom- le digo risueña- no debimos hacer lo de anoche si sabíamos que se nos haría tarde

-Neh- me dice- prefiero estar así de ansioso que no haber hecho lo de anoche, me sorprende que no pescáramos un resfriado

-Pues como que en óptimas condiciones no estamos- le digo siguiendo las instrucciones que él me da con sus dedos- Ya llegamos, mira, están ahí parados...

-Ah si, ya los vi- me dice aparentando desinterés, pero entrelaza sus manos y sonríe de esa forma particular.

Nos reciben con ánimos, abrazos, apapachos. Ellos parece que están bastante bien, ahora si podemos ver el anillo en los delgados dedos de Diana

-¿Y tus papas?- le pregunto entrando a su casa, tal y como la recuerdo, tan... amarilla

-Salieron un par de días, los tendremos de regreso para la preparación de toda la cena de navidad ¿Y los tuyos?- me regresa la pregunta mientras me ofrece una taza de té

-Se están preparando- le di un sorbo- Les dije que ahora les tocaba venir a ellos y aceptaron encantados

-Vaya, creo que será la primera vez que estemos todos juntos aquí- dice con una sonrisa

-Se escucha como algo genial- le digo sonriente- pero creo que vamos a tener problemas de espacio

-Tu siempre te preocupas por el espacio- me dice con obviedad- todos dormiremos tumbados en el suelo, o en donde sea. Que más da

-Bueno- le digo alzando los hombros. Por un momento nos quedamos calladas, me preguntaba cuando comenzaría a contarme como sucedieron las cosas, pero fue en ese momento que recordé que es Diana, ella es prudente, discreta y todo debo sacárselo a punta pie- Oye

-Ya te estabas tardando- me dice risueña dejando el té sobre la mesita, ni siquiera me dejo terminar la frase, ahora estaba confundida- Eres predecible- me contesta tomándome de las manos y yo resoplo, ya sabía que eso me iba a decir- Fue muy romántico, muy dulce, sutil, fue sublime...

-Buenas noches- contestaron al unisono los futuros suegros de Bill

-Buenas noches- contesta él con propiedad- Jamás imagine que estaría en el cielo- dijo de pronto sonriendo

-¿Perdón?- pregunto el papá de Dianiz, confundido y divertido a la vez

-¿No es del cielo donde provienen los ángeles?- Bill miro a Diana enternecido, ella lo veía con adoración, mientras que los padres de ella se estaban preguntando que clase de poeta vestía con estoperoles exagerados y esmalte de uñas muy bien combinado

-Bienvenido seas entonces Bill Kaulitz- respondió Bubby, la mamá de Diana

-El cielo es tu casa- agrego el capitán, suegro del pequeño Kaulitz

La cena transcurrió amenamente, los padres de Dian tienen muchos conocimientos del mundo y Bill tiene muchas cosas que contar sobre el mundo que el ha podido ver en todo este tiempo, se estaban llevando bien. En el fondo, todos en esa cena ya sabían lo que se hablaría, pero no se daba la oportunidad de tocar el tema...

Hasta que bubby hizo un comentario sobre París...

-¿De verdad?- pregunto Bill entusiasmado- ¡Vaya! Yo también lo considero un lugar mágico, todo parece sacado de un cuadro, aunque la verdad es que no tiene el mayor chiste visitarlo sin la compañía de alguien a quién ames mucho. Yo debo admitir que soy afortunado

-¿Has estado ahí muchas veces Bill?- lo cuestiona el capitán

-Sí- responde Kaulitz suspirando- Demasiadas, es ahí cuando te das cuenta de eso, que no vale la pena ver hermosos paisajes si estas solo. Desde que estuve ahí lo decidí, quería que fueras mi eterna esposa desde ese momento- dijo Bill dirigiéndose exclusivamente a Diana, ella estaba viéndolo a él, para ellos, ya nadie más existía...

-Bill- dice Diana sonriente, tomándolo de las manos, se podía apreciar un rubor rojizo sobre sus mejillas- Te amo pequeño Kaulitz- le dice acercándose a su rostro y dándole un pequeño beso sobre sus labios

-Yo te amo a ti Lubby- le responde él- Casate conmigo, hoy y siempre, ayer y mañana, aquí y ahora, en esta tierra y en todo el mundo, bajo un árbol de cerezos, acompañados de la brisa marina... Solo casate conmigo una y otra vez, permiteme ser el único con el que compartas tus sueños, permiteme ser el único que pueda cumplirlos. Dejame admirar tu rostro cada que abro los ojos... por favor...

Él se hinco, ahí... sin percatarse que sus suegros los veían muy atentos, sin decir nada, solo escuchando palabras. Ellos aceptaban que el fuera esposo de su amada hija, en ese momento se dieron cuenta de que nada la haría feliz, solo él y su poesía, su chaqueta blanca y su cabello esponjado

-¿Te casas conmigo pequeño pastelillo light?- le dijo sonriendo

-Claro que si alegría de chocolate- le contesta Diana

-Mhh- el padre de la novia gruñe... y los novios pierden su atmósfera de intimidad- Yo... yo también te doy mi permiso

-¡Oh Dios!- dice Bill apenado- discúlpeme, es que... bueno... me deje llevar, ya sabe, Diana es todo lo que quiero en la vida, lo que me hace feliz, me hace humano y romántico y estúpido a veces además me hace intentar ser un buen cocinero y esas cosas... ya sabe que es un poco exigente pero yo estoy dispuesto a cumplir todo lo que ella quiera como cantarle en las mañanas y... llevarle el desayuno a la cama... también si quiere puedo traerla todos los fines de semana o ustedes pueden visitarnos todos los días o los meses, también puedo construirles una casa

-¡Bill!- lo interrumpe Bubby- Esta bien pequeño, pero cálmate

-Perdón- se sienta Bill apenado, tiene la cara agachada y Diana esta que muere de la emoción. Sus padres ya han aceptado

-Pequeño- le llama bubby- Ya es tu turno

-Sí- responde de inmediato y se para junto a ella, le sostiene una mano, la besa y voltea a ver a sus suegros...- Yo, Bill Kaulitz, juro amar y respetar a su hija el resto de nuestros días. Ver el día y la noche reflejados en sus hermosos ojos, hacerla sonreír, hacerla feliz. Dormir a su lado y mirar el cielo estrellado, amarla más cada día, convertirme en un mejor hombre para ella cada vez que hagamos el amor, prometo tomarla de la mano, juro recorrer con ella todo el camino de la vida... Para mi, el más grande de los honores sería que me concedieran el permiso de casarme con su hija, de hacerla feliz...

-Tienes nuestro permiso- Dijeron al unisono- Será un gran placer para nosotros tener a un virtuoso como tu en la familia, pero sobe todo, acompañando a nuestra hija en su aventura en busca de la felicidad – le dice Bubby dando la vuelta a la mesa junto al Capitán, ellos llevan sus copas, Diana y Bill toman las suyas entre las manos

-Por que se diviertan en su camino, en busca de la eternidad- complementa el Capitán chocando las copas

-¿Eternidad?- cuestiona Bill deslumbrado- Yo la tengo de la mano...

-¿Todo eso dijo?- le pregunte al borde del llanto, ella sonreía sin parar

-Si ¿Emocionante verdad?- me pregunta inocente

-¿bromeas?- me levanto del sofá y hago pose heroica- Es la historia de amor más romántica que he escuchado en mi vida

-Es que yo lo amo- me dice Diana sin bromear, sin ironías, ni sarcasmos, sin obviedades. Solo me esta mirando, con emoción, con adoración por él. Mi hermoso cuñado

-Muchas felicidades- le digo tragando saliva- Sé que serán muy felices, se lo merecen

-Gracias- dice Bill, él y Tom están entrando a la casa, se habían quedado en el patio. Traían unas copas con no se que cosas.

-Ven aquí- le digo, él me sonríe y deja sus accesorios sobre la mesa. Lo abrazo y me río- estoy tan orgullosa de ti- le susurro al oído, Bill se sonroja, no sé porque. A su espalda, Tom nos mira entusiasmado

-Tu puedes venir conmigo si quieres, monstruo- le dice Diana. Tom camina hacia donde esta ella y la levanta del suelo dándole vueltecitas. Ahora, los cuatro reímos, ellos se dan un beso, nosotros también.

-Y pensar que esto lo soñé- Dice Bill mirándonos- Ahora solo faltan ustedes.

2 comentarios:

sthefk dijo...

q lindo!!!
aun sigo llorando y con esa cancion
aaaaaaa mori
me encanto el capitulo :D
aaaaaaa continuo llorando :P
eres genial oreo ;)

•Lubby Guru• dijo...

.__. Que dulce.. <3 ¡Mira estoy aquí!
:P
Eso de construirles una casa es una pasada HAHA me hizo reír mucho.